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  • Foto del escritorHéctor González

Sáhara Occidental, lucha y resistencia

El Sáhara Occidental es una extensión de 266.000 kilómetros cuadrados que se encuentra ubicado en África del Norte, delimitado por el Océano Atlántico, Mauritania, Marruecos y Argelia. Su superficie es básicamente desértica, el desierto del Sáhara, pero con 1.100 kilómetros de costa, lo que le da un indiscutible valor geoestratégico y pesquero, además de minero. España ocupó ese territorio desde 1883. Tras algunos levantamientos de independencia, en 1973 se crea el Frente Polisario, acrónimo de Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, con el objetivo de alcanzar la independencia de España. Por su parte, desde el momento en que Marruecos alcanza su independencia, en 1956, reclama esa región.

El Sáhara Occidental dejó en 1975 de ser una colonia española y pasó al limbo legal de los catalogados como "territorios no autónomos" por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Desde entonces, sus ciudadanos viven en esta tierra ocupada por Marruecos o en el exilio, repartidos en campamentos de refugiados en el desierto de Argelia. La soberanía y autodeterminación del Sáhara Occidental es motivo de conflicto desde hace décadas entre ambos países. España y Marruecos están viviendo su interminable conflicto, que explosionó tras incentivar Marruecos la entrada masiva por mar de más de 9.000 emigrantes a la ciudad española de Ceuta, enclavada en África, entre el 17 y el 19 de mayo. Esta actitud de Marruecos fue una reacción al asilo médico en España de Brahim Gali, Presidente de la República Árabe Saharaui Democrática. enfermo de COVID. A día de hoy, Marruecos disputa la soberanía nacional española sobre dos ciudades de una tremenda importancia geoestratégica, Ceuta y Melilla. Ceuta, bajo soberanía española desde 1580, y Melilla, desde 1497. Marruecos las reclama como suyas, a pesar de que nunca pertenecieron a Marruecos. Son los únicos enclaves que tiene la Unión Europea en territorio africano y es la primera frontera que hay con Marruecos.

Marruecos es una de las principales vías de entrada a Europa, la principal para acceder por España desde África. Eso supone que el gobierno marroquí tiene la llave, para impedir el paso y resolverle un problema a Europa, o permitirlo, desbordar la llegada de emigrantes y crearle el problema. Algo similar a lo que sucede con Turquía en la frontera con Asia, y que tantos chantajes le da al gobierno turco vendiendo cara su colaboración. El legado histórico tampoco es muy amigable entre Marruecos y España, hace cien años estaban en guerra, concretamente con la región norte de Marruecos, el Rif, una zona cedida como protectorado por Francia, la metrópoli de Marruecos, a España. Pero de todos los factores, el más conflictivo es el Sáhara, como lo muestran las declaraciones de los respectivos gobiernos.

En 1974, España ya intenta desvincularse del Sáhara y propone que se celebre un referéndum de autodeterminación entre los habitantes, algo que amenazaba los planes de anexión de Marruecos. Por ello, en octubre de 1975, el rey Hassan II de Marruecos, padre de Mohamed VI, comienza a hostigar militarmente al Frente Polisario y, finalmente, aprovechando la convulsión que vivía España por la muerte Francisco Franco, el 6 de noviembre de 1975 organiza la famosa Marcha Verde, el envío de 350.000 civiles a ocupar el Sáhara. España cede el control de su colonia a Marruecos y Mauritania, los dos países que se disputan la región. Miles de saharauis se exilian en campamentos de refugiados en la ciudad argelina de Tinduf, el único país que les apoya. El Frente Polisario fundó en 1976 la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y entró en guerra con Mauritania y Marruecos. En 1979 firmó la paz con Mauritania. En cambio Marruecos sigue acosando militarmente a los saharauis y entre 1981 y 1987, construye una serie de ocho muros en el desierto, con una longitud de más de 2700 km, sembrado con millones de minas, con el objetivo de cortarle el territorio en dos al Polisario e impedirles la movilidad.

Ante las promesas en 1991 de la ONU de convocar un referéndum sobre el destino del Sáhara se crea la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso) y los guerrilleros firman un alto el fuego con Marruecos. Desde entonces, la ONU y la comunidad internacional se han burlado de su compromiso con el pueblo saharaui, argumentando problemas con la elaboración del censo y aceptando las excusas de Marruecos. Por ello, y tras unas violaciones del alto el fuego por el ejército marroquí, el 14 de noviembre de 2020 el Frente Polisario emite un comunicado donde anuncian el fin del compromiso con el alto el fuego firmado entre el Frente Polisario y el Reino de Marruecos en 1991 y da 12 horas a la Minurso para que abandone los territorios del Sáhara Occidental por su demostrada incapacidad para solucionar el conflicto. Desde entonces enfrentamientos violentos han ocurrido a lo largo del muro creado por Marruecos para dividir el Sáhara. El muro está vigilado por el ejército marroquí con trincheras, alambradas de espinos y una extensa franja sembrada de minas antipersona y anticarro. Se calcula que existen entre 7 y 10 millones de artefactos explosivos, muchos de ellos de fabricación española. Marruecos no ha firmado el tratado internacional contra esas minas.

Marruecos, como ha reconocido, ha aprovechado la asistencia humanitaria al líder del Polisario Brahim Ghali, atendido por COVID en España, para volver utilizar a sus ciudadanos como munición desechable al servicio de las ambiciones del rey marroquí. Envió el pasado mayo a emigrantes subsaharianos que se encontraban en Marruecos y a niños engañados en autobuses a Ceuta, sin conocimiento de sus padres. Incluso ahora está impidiendo que los emigrantes de su país que se encontraban en España puedan volver a Marruecos y deban permanecer en la península sin trabajo ni residencia sobreviviendo con el apoyo de la sociedad o como mano de obra barata. Todo ello para presionar a España y a la Unión Europea con el chantaje de una crisis migratoria, sabiendo lo rentable que esas crisis son para los países periféricos de Europa, véase los ingresos que logra Turquía por los servicios prestados de contención.

Todo esto no quiere decir que el manejo de la cuestión saharaui haya sido correcto por los sucesivos gobiernos españoles. Si la monarquía marroquí ejerce todo su chantaje y violación de la legalidad internacional, la monarquía española ha mostrado una grave irresponsabilidad desentendiéndose del futuro de un territorio que un día fue español y que, por tanto, debería haber garantizado un proceso de descolonización respetuoso y soberano para con esos ciudadanos. Sin embargo, el desinterés de los todos los gobiernos españoles por resolver esa situación ha dejado a los saharauis a merced de las ambiciones expansionistas de una monarquía dictatorial que no duda en provocar todo el daño que pueda (represión, persecución y acciones militares) a quienes se resisten a la anexión. Un detalle que se olvida con frecuencia es que los ciudadanos saharauis de más edad tienen en su poder documentos de identidad españoles emitidos anteriormente a noviembre de 1975, incluso cartillas de cotización de la Seguridad o documentos de filiación al ejército español.

Tampoco se debe olvidar la responsabilidad de las Naciones Unidas en este eterno conflicto. Han pasado treinta años desde que les prometiera un referéndum a los saharauis y nada se ha movido, treinta años en los que ese pueblo, en torno a medio millón de personas, está malviviendo de la apatía internacional en campos de refugiados en el desierto divididos entre territorio argelino, territorio ocupado por Marruecos y territorio bajo control del Polisario.

El caso del Sahara Occidental es uno de liberación nacional y del honor de un pueblo hermano. La resistencia armada al colonialismo no es solo un derecho inalienable de los pueblos oprimidos, como proclama tan poéticamente las Naciones Unidas, sino un deber moral e incuestionable. España tiene una obligación histórica con el pueblo saharaui dado a su rol como potencia administradora de la descolonización del Sáhara Occidental, incumplidas de forma vergonzante durante demasiado tiempo, debido a la debilidad geopolítica exhibida frente al nacionalismo expansionista marroquí. Desde la Juventud Nacional expresamos nuestro apoyo y solidaridad total con la República Árabe Saharaui Democrática y su resistencia heroica a la agresión extranjera.



¡Viva el Sáhara Libre!


-Héctor González


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