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  • Foto del escritorHéctor González

1950, La Revolución Nacionalista

En 1947, tras 11 años de encarcelamiento, Don Pedro Albizu Campos regresó del exilio y organizó el Partido Nacionalista en dos secciones, una militar y otra civil. La sección civil sería compuesta por todos aquellos nacionalistas que por edad y condición física no estaban aptos para la acción revolucionaria armada. La sección militar estaría formada principalmente por jóvenes, hombres y mujeres con experiencia de combate desde la Masacre de Ponce. Esta sección militar era clandestina y compartimentada, al mando del Comandante General del Ejército Libertador, Tomás López de Victoria. La isla fue dividida en siete zonas revolucionarias correspondientes a la sección militar respectiva.

*Zona de San Juan- Comandante Raimundo Diaz Pacheco

*Zona de Arecibo- Comandante Juan Jaca Hernández

*Zona de Ponce- Comandante Estanislao Lugo

*Zona de Mayagüez- Comandante Gil Ramos Cancel

*Zona de Humacao- Comandante Valentín Borlanga

*Zona de Cayey- Comandante Rafael Burgos Fuertes

*Zona de Utuado- Comandante Heriberto Castro

El 27 de octubre de 1950 la policía disparó contra una caravana de nacionalistas en el pueblo de Peñuelas. Esta masacre policial resultó en el martirio de cuatro patriotas, enfureciendo a gran parte de los puertorriqueños, y la respuesta fue inmediata. La primera batalla armada de los levantamientos nacionalistas ocurrió en la madrugada del 29 de octubre, en el barrio Macaná de Peñuelas. La policía insular rodeó la casa de la madre de Melitón Muñiz Santos, presidente del Partido Nacionalista de Peñuelas, que Muñiz Santos utilizaba como centro de distribución de armas para la revolucion. Sin previo aviso, la policía disparó contra los nacionalistas que se encontraban en la casa y se produjo un tiroteo entre ambas facciones, con el resultado de dos mártires nacionalistas y seis policías heridos. Los nacionalistas Melitón Muñoz Santos, Roberto Jaime Rodríguez, Estanislao Lugo Santiago, Marcelino Turell, William Gutirrez y Marcelino Berrios fueron detenidos y acusados de participar en una emboscada contra la policía insular.

El 30 de octubre se produjeron levantamientos armados en todo Puerto Rico, incluyendo siete ciudades: Ponce, Mayagüez, Naranjito, Arecibo, Utuado, Jayuya y San Juan. Esa misma mañana, los nacionalistas Domingo Hiraldo Resto, Carlos Hiraldo Resto, Gregorio Hernández y Manuel Torres Medina, asignados para atacar La Fortaleza, se reunieron en la casa de Raimundo Díaz Pacheco, comandante de los Cadetes de la República.

En Jayuya, un comando de nacionalistas liderado por Blanca Canales, entre ellos Heriberto Marin, Elio Torresola y Carlos Irizarry, atacaron el telégrafo, el correo, la oficina de reclutamiento militar, y la estación de policía al mediodía del 30 de octubre. El grupo llegó a la plaza del pueblo donde, desafiando la Ley de la Mordaza, izaron la monoestrellada y Canales proclamó la Segunda República de Puerto Rico. Las autoridades declararon la Ley Marcial y la revuelta fue aplastada por la Guardia Nacional y la Fuerza Aérea después de 3 días de combate intenso. Las noticias sobre el uso de artillería pesada, ataques aéreos indiscriminatorios, las ejecuciones sumarias, y los arrestos en masa fueron suprimidas por las autoridades. Torresola tenía un hermano, Griselio Torresola, que vivía en la ciudad de Nueva York, que estaba indignado por los ataques. Falleció en combate el patriota Carlos Irizarry mientras que los demás combatientes fueron capturados.

El 31 de octubre, agentes de la Policía Insular junto con soldados de la Guardia Nacional rodearon el Salón Boricua, una barbería en Santurce, que también servía como almacén de armas para los nacionalistas. Las autoridades coloniales abrieron fuego, pensando que se enfrentarán a un comando de sublevados. La única persona que se encontraba en la tienda era el barbero personal de Don Pedro Albizu Campos, Vidal Santiago Díaz. Santiago Díaz luchó solo contra los atacantes durante tres horas y recibió cinco heridas de bala, una de ellas en la cabeza. Todo el tiroteo fue transmitido "en vivo" a través de las ondas de radio por toda la isla, convirtiéndose en un espectáculo mediático. De la noche a la mañana, Santiago Díaz, el barbero que sobrevivió a un ataque armado de cuarenta policías y guardias nacionales, se convirtió en una leyenda en todo Puerto Rico. Ese mismo día, Don Pedro Albizu Campos es arrestado luego de una dramática batalla frente a su hogar en la esquina de las calles Sol y Cruz del Viejo San Juan.

El 1 de noviembre ocurrió el ataque a la Casa Blair, residencia temporal del Presidente Harry S. Truman, una acción política cuyo propósito principal era llamar la atención de la comunidad internacional sobre la Revolución en Puerto Rico. Este ataque fue para desenmascarar las mentiras propagadas por el imperio y las autoridades coloniales, que los acontecimientos del país no eran solo disturbios entre puertorriqueños, sino la lucha de una nación por su libertad e independencia.El comando Nacionalista que realizó esta acción estaba formado por Griselio Torresola y Óscar Collazo, ambos residentes de Nueva York. Griselio fue en busca de Oscar el 29 de octubre, un día antes de iniciarse el levantamiento en Puerto Rico. El mismo día Juan Jaca Hernández llevó a cabo la orden del levantamiento dada por Albizu Campos a Don Pedro Ulises Pabón y los demás Nacionalistas. El 30 y 31 de octubre los dedicaron a estudiar la ciudad y las posibilidades del atentado. Atacaron el siguiente día a las 1:30pm, Torresola abatiendo a un policía e hiriendo a tres. Es martirizado en el acto, mientras Collazo es herido y hecho prisionero. Fue condenado a muerte, pero dado a la presión internacional, se le conmutó la sentencia por cadena perpetua.

La Revolución Nacionalista de 1950 fue la expresión auténtica de la patria puertorriqueña. La manifestación física de sus actos, además de su espíritu de lucha y sacrificio, son dignos de veneración y están permanentemente atados a la consciencia colectiva de Puerto Rico. Esta larga tradición de la lucha por la libertad no es solo un derecho inalienable de los pueblos, sino un deber moral para las futuras generaciones. El cumplimiento de esta tarea cae en nuestras manos, y la historia nos juzgará. Por nuestros ancestros, nuestras familias y nuestro futuro.


¡Gloria y honra a nuestros mártires!


¡Viva la República!


¡Viva Puerto Rico Libre!



-Héctor González




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